Tal vez la calidad de vida no dependa enteramente de la
atención, pero sí en buena parte.
La cuestión es: si el mundo es un
escenario, como dijo Shakespeare, ¿hacia dónde diriges tu atención?...
Decidir a qué prestamos atención
durante esta hora, este día, esta semana o año, por no
hablar de toda una vida, constituye un quehacer exclusivamente humano,
y nuestra satisfacción depende en gran parte del éxito que
tengamos en esta tarea.
Estar atento constituye una
estrategia excelente para experimentar bienestar, pero al principio cuesta
un poco. El mero acto de comprender el papel de la
atención en la construcción de la experiencia requiere un esfuerzo
considerable, porque nos obliga a mirar el bosque en vez de los
árboles.
La atención moldea la experiencia al seleccionar algo de cuanto sucede en
nuestro mundo interno o externo y excluir el resto.
Prestar atención plena, ya sea a un
arroyo o a una novela, al
bricolaje o a la oración,
incrementa la capacidad de abstracción,
expande los límites internos y
levanta el ánimo, pero,
por encima de todo, nos hace sentir
que la vida vale la pena…
Extraído de la obra "Atención plena. El poder de la concentración" de W.Gallagher.
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